En la actualidad es difícil
poder dar respuesta a esta interrogante, es necesario investigar a fondo para
dar cuenta de los esfuerzos que se han hecho por tratar de tener una auténtica
filosofía regional.
La pregunta me sorprende, realmente es un
tema que en lo personal nunca había trabajado, y mucho menos me lo había
preguntado, pero a sabiendas de los resultados, es interesante llegar a conocer
la respuesta o por lo menos trabajar una respuesta que me vislumbre la realidad
de la filosofía de la zona de la cual soy parte.
Es importante resaltar que
realmente hay un problema de identidad en la filosofía latinoamericana, parece
que en muchas ocasiones si se quiere hacer filosofía no queda otra opción que
hacerlo imitando la filosofía europea, apoyándose en muchas de sus fuentes y
adoptando –por supuesto- el estilo que la caracteriza.
Según el libro “El problema
de la identidad y autenticidad del pensamiento filosófico latinoamericano” de
Carlos Beorlegui, cuando se aborda este tema de las filosofías nacionales y
regionales suelen aparecer tres posturas fundamentales, a saber: universalista,
nacionalista y postura intermedia o circunstacionalista. Las primeras dos
mencionadas hacen referencia a los extremos de la realidad. La universalista
defiende que no hay más que un estilo de filosofía para todas las culturas,
mientras que la nacionalista expone que es válido hablar de filosofías
nacionales basándose en la existencia de “espíritus nacionales”. Yo por mi
parte al igual que Beorlegui, considero que la perspectiva circunstancionalista
es la más adecuada para el tema que nos ocupa, porque a pesar de que responde a
preguntas universales, también es cierto que las respuestas se ven apoyadas o
influenciadas de gran forma por cuestiones circunstanciales y propias de la
época.
Existen muchos problemas
cuando se trata el problema del ser y de la autenticidad de la filosofía
latinoamericana, uno de los que creo son más difíciles de resolver, es el
problema de la influencia de otras
culturas sobre la filosofía que se hace. Esto puede verse a favor o en
contra, de tal manera que si hacemos filosofía y tomamos historia o datos de
otras culturas para partir de esto y hacer nuestra filosofía, el resultado
podría perjudicial para nuestro interés, mientras que si tomamos como
referencia lo pluricultural solamente para tener noción de cómo se ha dado
respuesta a las diferentes inquietudes que se han presentado en muchas
realidades pero delimitando que esto no se tomará como base para la filosofía o
análisis, puede resultar beneficioso. Esta es la idea que considero es más
óptima para la filosofía latinoamericana, apoyada –como lo indiqué
anteriormente- por el autor Carlos Beorlegui.
Creo que una postura abierta
en este sentido puede nutrir a la filosofía regional sin discriminar su esencia,
no es conveniente que la cultura latinoamericana se cierre y no mire lo que
pasa a su alrededor, es necesario que nos percatemos que en diferentes culturas
hay problemas que tienen que ver con la persona y su entorno, así como nosotros
los experimentamos también, aunado a esto, la cultura latinoamericana por más
que no quiera tiene relaciones de muchos otros tipos con diferentes culturas,
me refiero a asuntos socio – económicos, religiosos, entre otros muchos que por
influencia y desarrollo significativo por parte de otras potencias mundiales
repercuten directamente en nuestra cultura. Esto no quiere decir que sea
inevitable la sombra de Europa en nuestro pensamiento, sino que hay que
percatarnos también de la realidad que vivimos para hacer una filosofía cada
día más aterrizada y provechosa.
Antes de afirmar si existe o
no una filosofía latinoamericana, antes me parece más importante dilucidar qué se
entiende por filosofía, ya que conociendo las versiones de los filósofos
latinoamericanos podremos tener una primera impresión de las bases que se están
utilizando para hacer filosofía latinoamericana. Este aspecto me parece importante, porque veríamos si la producción de uno u otro se vería sesgada por alguna
postura de tipo Europea. El conocer esta realidad nos daría una muy buena
ventaja para ir construyendo nuestra idea de saber si nuestra filosofía es auténtica
o no. La tarea de desprenderse de la
influencia de Europa no es fácil, porque esto representa para la cultura
latinoamericana una herencia tradicional.
Otro tema que preocupa a la
hora de estudiar esta realidad, es la escasez de centros de estudio para filosofía
latinoamericana, nuestra realidad es muy distinta a la Europea, pues ellos en
su entorno cuentan con bastantes centros de estudio donde se fortalece cada día
más las bases en donde descansa su estilo de filosofía, por nuestra parte, la
cantidad de centros de estudio es muy reducida, inclusive podríamos vernos ante
la realidad de no conocer centros más que los que se encuentran en las
universidades estatales, que dicho sea de paso en su mayoría estudian en sus aulas filosofía europea. Un caso muy conocido para nosotros
es la Universidad Católica de Costa Rica, que aunque no es una universidad
estatal, posee un curso de filosofía latinoamericana en medio de muchos cursos
de filosofía con bases europeas. Esto es un claro ejemplo de la escasez con la
que contamos en nuestro país tratando el tema de la existencia de centros de
estudio y esto sin lugar a dudas retarda el desarrollo y promoción de una
filosofía regional. Una de las medidas que se podrían optar es ampliar los
centros en los que se puede filosofar desde una perspectiva regional para que
de esta forma se puedan tratar temas importantes que tienen que ver en mucho
con nuestra forma de relacionarnos y vivir la vida.
La filosofía local ha tenido
momentos importantes en su trayectoria, uno de los más sobresalientes se dio al
final de la década de los sesenta con la filosofía de la liberación, en donde
la región experimentó un deseo muy grande de liberarse no solo de pensamiento,
sino también en materia económica, debido a que nuestra mentalidad no solamente
estaba subyugada en el tema filosófico. Otro momento importante es el referido
a la liberación de la corriente positivista que se estaba dando en el momento,
sin embargo, creo que la filosofía de la liberación tuvo mucho más auge, fue
momento para que las personas interesadas se preguntaran acerca de muchas cosas
que tiene que ver con Latinoamérica.
Lo que realmente hizo que
las personas reflexionaran más allá de los acontecimientos, fue el plantearse
la pregunta ¿qué somos? ¿Hacia dónde vamos? Este sentimiento existencialista
logró mucho en la actitud de las personas y lo sigue haciendo, plantea el hecho
de no quedarse solamente contemplando los hechos externos, sino que nos pone de
manifiesto jugar de lleno a en partido que tal vez no nos habíamos percatado
que había iniciado. Creo que eso fue lo que le pasó a nuestra región en ese
momento, las personas que tuvieron este atrevimiento, pudieron darse cuenta de
que había que hacer algo, de que debíamos conocer lo que somos, hacia dónde
vamos, se dieron cuenta de que estábamos caminando bajo coordenadas que no
habían sido escogidas por Latinoamérica, sino más bien por otros, Europa; y
esto acarrearía muchos problemas en el futuro, y ahí es donde decidieron
salirse del cauce y empezar a trabajar en un rumbo propio de la región cultural
que nos beneficiara a futuro.
Este trabajo de identidad
latinoamericana debe hacerse con mucha humildad, debemos reconocer en primera
instancia que hemos permanecido muchos años bajo el sistema tradicional
europeo, pensando como ellos quieren y caminando por los caminos que ellos
escogieron y hacia el rumbo que determinaron, no se trata de repudiar de forma
contundente lo anterior, no es la actitud que nos beneficiaría, sino más bien
reconociendo lo anterior, emprender nuestra búsqueda hacia nuestras raíces para
tratar de recuperar nuestra identidad y darle una mayor promoción en nuestro continente. Con esto quiero dejar claro que existe una filosofía Latinoamericana, pero que no hemos sabido promoverla, estudiarla y amarla, de tal manera que como apunté antes en nuestras aulas mayoritariamente se estudia filosofía europea. Es tan preocupante el panorama, que muchos de los las personas del continente no conoce escritos o ideas filosóficas de los nativos americanos, pero tienen al menos noción de lo que proponen pensadores Europeos.
En este sentido comparto la
noción de Rodolfo Kush cuando afirma que para que el americano recupere su
identidad verdadera, debe ir en busca de lo indígena, sin este componente no
puede recuperar lo esencial. Nuestra realidad es esta, los indígenas tienen
mucho que decirnos si queremos recuperar una autonomía en este tópico.
A manera de conclusión, para
que una filosofía latinoamericana sea auténtica, debemos despojarnos de muchas
cosas que en el camino y por tradición hemos ido adquiriendo, consciente o
inconscientemente, tratar de ir a las fuentes o inicios de nuestra historia -donde
nuestros predecesores tendrán mucho que decirnos- y mirar toda la historia del
pensamiento latinoamericano que sin duda alguna puede aportar en este sentido. Esta
filosofía deberá ser liberadora de todo pensamiento tradicional, aunado a esto, deberá presentar elementos de criticidad y creadores que traten de responder a
las preguntas de la época desde una realidad nacionalista, pero sin dejar de
lado la perspectiva universal. En fin, considero que en Latinoamérica se han
hecho varios esfuerzos por tratar de filosofar de una forma autónoma, sin
influencias, sin embargo, estos esfuerzos no han dado más que para ser registrados
en la historia, todavía no hemos podido apropiarnos del pensamiento y arraigarlo en cada uno de los latinoamericanos, lo que
hemos hecho en la mayoría de los casos es tratar de responder desde nuestra
mentalidad influenciada a los distintos acontecimientos de nuestra sociedad.